La
investigadora Eileen Luders y su equipo han demostrado que las personas que
llevan varios años meditando tienen ciertas regiones del cerebro más grandes
que el resto de la población, en concreto el hipocampo y las áreas de corteza
orbitofrontal, el tálamo, y el giro temporal inferior. Estas regiones juegan un
importante papel en la regulación de las emociones.
Lo que aún no está claro es
cómo se traducen estas diferencias a nivel microscópico. En otras palabras, si
en las zonas con aumento de tamaño existe un mayor número de neuronas, o
neuronas de más tamaño o una red de conexiones neuronales diferente.
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