La parte superior de
nuestro aparato respiratorio calienta y humedece el aire que se dirige a los pulmones. Al soplar, el aire pasa más rápidamente por esta
zona que cuando echamos el aliento, por lo que apenas tiene tiempo de calentarse. ¡Que conste que un soplido
no es frío, sino que cuando nos soplan lo sentimos así porque pasa muy rápido
por nuestra piel y favorece la transpiración! Mientras que percibimos un
soplido frío, el aliento lo percibimos más caliente que el aire ambiental porque
lo expulsamos de forma más lenta.
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