Al leer este título
pensaréis que estoy loca o que consumo heroína. Por suerte esto no lo digo yo,
sino que fue parte de una campaña de venta hecha por Bayer.
Bayer
saca al mercado en 1898 la Aspirina, la cual es consumida 2,500 por segundo
mundialmente. Once días después se comienza a comercializar en forma de
jarabe la Heroína como cura para enfermedades pulmonares, ya que tiene un
efecto antitusivo, utilizándose para tratar la tuberculosis, bronquitis, asma y
demás.
A la vez, como se une a
receptores opioides en el cerebro, tiene efecto analgésico, por lo que se
empezó a administrar a aquellos pacientes con enfermedades crónicas, como el
cáncer, en reemplazo de la “adictiva” morfina. Bastante irónico, ya que la
heroína es 3 veces más adictiva que la morfina. Más irónico aún es que, la
heroína, al metabolizarse en el hígado, se vuelve a convertir en morfina (la
heroína o diacetylmorfina, proviene de la acetilación del
clorhidrato de morfina).
Entre
los efectos psicológicos y fisiológicos, Escohotado
describe aquellos que siguen al rushinicial de la
primera dosis:
“Concluida la sensación
inicial, el efecto depende de la dosis. Lo siguiente es un estado de desinterés
o autosuficiencia ante las cosas habituales (con o sin vómitos), seguido de un
entumecimiento que se desliza hacia semisueños tanto más breves como mayor sea
el grado de ebriedad. Si la dosis se modera -como hace con la bebida quien sabe
beber-, puede producir algunas horas de calma lúcida y no enturbiadas por el
sopor, abierta al contacto con otros y a la introspección… La intensidad del
efecto apaciguador liquida preocupaciones y temores como se aparta un visillo o
se mueve un cubierto.”
Años después, en 1913, Bayer
detiene la producción de este opioide y borra
de sus registros todo tipo de información sobre el producto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario